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La industria en el campo: producir lejos de las grandes urbes

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(Miércoles 19 de noviembre de 2025) En Argentina funcionan cerca de 650 parques industriales y la mayoría se ubica fuera de los grandes centros urbanos. Buenos Aires concentra 204 agrupamientos, el 60% en el interior bonaerense. Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, La Pampa, Mendoza y Río Negro expanden polos productivos ligados al agro, la metalmecánica y la logística / Informe COLSECOR

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Durante los últimos años, Argentina consolidó un fenómeno silencioso pero sostenido: la expansión de parques industriales en el interior del país, que se instalan en zonas históricamente asociadas al agro, pero hoy con una matriz productiva mucho más diversa. Además de empresas agroindustriales, conviven metalmecánicas, logísticas, biotecnológicas y de servicios.

¿Qué ventajas encuentran fuera de las grandes urbes? ¿Qué tipo de empleo impulsan? ¿Qué políticas lo sostienen?

La Agenda Pública de la Fundación Colsecor se propone abordar la lógica de esos parques industriales, predios diseñados para concentrar diversas empresas con infraestructura y servicios comunes, y así optimizar la actividad industrial y comercial: desde alimentos, lácteos, maquinaria agrícola, semillas a metalmecánica, logística, biotecnología son algunas de las actividades que se agrupan en territorios periurbanos o rurales, en localidades medianas o pequeñas.

¿Cuántos y dónde?
Hoy no existe una distinción oficial entre parques ubicados en zonas urbanas o rurales. La clasificación sigue basada en su forma de gestión: públicos (provinciales o municipales), privados (empresas o cooperativas) y mixtos.

El último Registro Nacional de Parques Industriales (RENPI), actualizado a agosto de 2023, contabilizaba 363 parques registrados, de los cuales 79% eran públicos, 13% privados y 8% mixtos.

Esa base quedó congelada: el registro fue eliminado en 2024 por el gobierno nacional, junto con la eliminación por decreto del Programa Nacional de Desarrollo de Parques Industriales. Sin embargo, organizaciones sectoriales como la Red de Parques Industriales estiman que, sumando parques no registrados y agrupamientos en desarrollo, el país cuenta hoy con alrededor de 650 predios, donde funcionan unas 8.500 industrias.

Vale recordar que, al eliminar el Programa Nacional de Desarrollo de Parques Industriales, se interrumpieron las certificaciones oficiales y, sobre todo, el financiamiento. De todos modos, la información del RENPI permite trazar las principales provincias con polos asentados en territorios rurales y su perfil productivo: así, Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos mantienen los principales lugares en cuanto a cantidad de parques fuera de centros urbanos; se suman Río Negro, La Pampa y Mendoza, con fuerte perfil agroindustrial y metalmecánico. También surgen casos menores, pero estratégicos en provincias como San Juan o Salta, orientados a logística y transformación primaria.

En ausencia de cifras nacionales actualizadas, los datos provinciales permiten trazar un mapa más preciso. Buenos Aires reúne el mayor número: 204 agrupamientos industriales, distribuidos en 111 municipios (agosto 2025). Un dato clave es su localización: 60% está en el interior de la provincia y 40% en el área metropolitana (AMBA). De ese total, ya son 100 los parques que cuentan con certificado de aprobación (lo que garantiza condiciones ambientales, hidráulicas y administrativas) y otros 104 tienen disposición previa, es decir, están en trámite de regularización definitiva. Solo en los últimos cinco años se inauguraron 65 parques industriales en territorio bonaerense, con respaldo del programa ArriBA Parques.

Córdoba registra 60 parques industriales aprobados y otros 40 en trámite, según datos provinciales. El 54% son públicos, el 32% privados y el 14% mixtos. Entre los parques alejados de las principales áreas urbanas figuran el Parque de la Ciudad de Alta Gracia, el Parque Industrial Eva Duarte de Perón (Alcira Gigena), el Parque Industrial Tecnológico y de Servicios de Villa Allende, el Parque Industrial de Ucacha, el de General Deheza y el de Hernando (entre otros). Se puede acceder a la información de los diferentes parques y su localización en la página oficial con estadísticas actualizadas.

En Santa Fe, el Ministerio de Desarrollo Productivo, junto con la Federación de Industriales (FISFE) y la Asociación de Parques Industriales Argentinos (APIA), relevó 65 parques y áreas industriales, de los cuales 55 cuentan con reconocimiento provincial. Se concentran en la región sur y alojan alrededor de 1.100 industrias, lo que muestra el peso de los parques como infraestructura clave para la radicación de empresas más allá del área metropolitana

En Entre Ríos, el portal oficial de Parques Industriales detalla la existencia de 38 parques en distintas etapas de desarrollo, donde operan más de 420 empresas. Se trata de espacios de gestión mayormente público y mixto, con distintos grados de consolidación, que el Ministerio de Producción provincial presenta como nodos para la radicación de pymes y la desconcentración de la actividad respecto de las áreas urbanas centrales.

La Pampa presenta una red de alrededor de 27 parques industriales “consolidados o en formación”, distribuidos en 24 localidades, con el dato de que son todos de carácter público (cinco de dominio provincial, el resto municipal). Algunos se ubican en pequeñas localidades como Metileo, Guatraché, Quemú Quemú, Tomás de Anchorena, Toay, Trenel, Victorica.

En Río Negro el gobierno provincial reconoció este año oficialmente 25 parques industriales en 22 localidades. Villa Regina, Lamarque, San Antonio Oeste, Campo Grande son algunos de los territorios con parques consolidados. Por su parte, Mendoza, la sexta provincia con más parques instalados, cuenta con seis en funcionamiento y cinco en desarrollo.

Rasgos del desplazamiento de la urbe

¿Por qué las empresas se desplazan hacia el interior? El sentido común suele atribuirlo a incentivos fiscales o costos de suelo más bajos. Pero la literatura académica ofrece una explicación más completa. Investigaciones de Florencia Valinotti, Romina Ferreti y Hugo Arrigoni coinciden en destacar cuatro factores: proximidad a las materias primas, infraestructura disponible, articulación público-privada y formalización productiva. Aunque estudian territorios distintos (Córdoba, Buenos Aires y Mendoza) llegan a conclusiones similares: estos parques no replican el modelo urbano, sino que generan un entramado propio, con demandas locales de energía, conectividad, servicios industriales y mano de obra técnica. A esto se suma un vínculo más directo con gobiernos locales e instituciones educativas, que facilita encadenamientos productivos y empleo calificado.

En un contexto económico inestable, formar parte de un agrupamiento industrial ofrece a las pymes mejores condiciones para sostenerse: optimizan recursos, reducen costos y acceden a infraestructura compartida. “Brindan un contexto de seguridad jurídica, de infraestructura y de provisión de servicios para que el empresario se dedique a producir. Estos conglomerados surgieron en los años 70, pero en los últimos 20 años se produjo un verdadero boom”, señala Dario Paslascino, presidente de la Red de Parques Industriales de la Argentina. Para los Estados, además, los parques funcionan como herramienta de ordenamiento urbano: “es más sencillo controlar la facturación y el ambiente con empresas agrupadas que dispersas”.

La generación de empleo
Más allá de las facilidades en controles y reordenamiento urbano, para los estados municipales y provinciales los parques industriales son una fuente de multiplicación empleo, con impacto positivo en varios puntos: registro impositivo y laboral, empleo local estable e incremento de proveedores de la zona donde se radican (logística, limpieza, transporte, mantenimiento, etc).

El sector agroindustrial es uno de los perfiles predominantes dentro de los parques industriales. “A diferencia de otras grandes industrias que se concentran en capitales, el agro está distribuido en todo el país; es motor del desarrollo local federal”, enfatiza la economista Antonella Semadeni, investigadora en la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), en una entrevista con la Fundación COLSECOR.

Semadeni destaca dos ideas centrales: La primera, la agroindustria es mucho más que granos. Incluye peras y manzanas, cueros, lanas, pesca, vinos, legumbres, cítricos, caña de azúcar, yerba mate, té, arroz y maní, entre muchas otras actividades, que representan 29% del empleo total de las cadenas agroindustriales. La segunda, el agro sí genera empleo. “En 2023 se generaron 4,2 millones de puestos: dos de cada diez trabajadores privados se emplean en la agroindustria”. El sector involucra producción, comercio, industria, servicios conexos, transporte, logística, insumos y maquinaria.

Según un reciente informe de FADA “Edición Especial Mundial de Clubes”, los 4,2 millones de empleos agroindustriales equivalen a llenar 51 estadios MetLife (un estadio con capacidad para cerca de 3.000 personas menos que en el monumental). “Los granos llenarían cientos de canchas y el vino formaría más de 13 mil equipos”, grafica el estudio. El desafío, sostienen desde la Fundación agraria, es claro: políticas públicas estables que promuevan crecimiento y desarrollo en todas las regiones del país.

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“No es solo el tractor”. Por qué la agroindustria necesita mejores caminos y conectividad

La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) es una entidad sin fines de lucro que elabora y promueve propuestas de políticas públicas para fortalecer la industria agropecuaria. En diálogo con Fundación Colsecor, la economista Antonella Semadeni explicó que el objetivo es “acercar al Congreso iniciativas construidas desde los datos que genera el sector”. Esa evidencia permite “derribar mitos y mostrar el efecto multiplicador que tiene el agro en todo el país”.

La mirada de FADA pone el foco -más allá del debate macroeconómico y de la discusión por las retenciones- en dos demandas estructurales: infraestructura vial y ferroviaria y conectividad rural. Semadeni advierte que Argentina “tiene prácticamente la misma red de transporte que hace cinco décadas, cuando el país producía 20 millones de toneladas. Hoy se producen alrededor de 120 millones, pero la infraestructura no acompañó ese crecimiento”. Esto impacta en costos, competitividad y sustentabilidad: “en el caso del maíz, de cada 10 camiones que salen de una provincia como Córdoba, 2,5 corresponden solo al costo del transporte”. Mejorar el ferrocarril “podría reducir esos costos entre un 30% y un 40%”, agrega. El deterioro de rutas y caminos rurales afecta, además, a las economías regionales que trasladan productos perecederos, un sector que representa el 29% del empleo agroindustrial. Otro punto estratégico es la hidrovía Paraná-Paraguay, por donde “sale el 70% de las exportaciones del agro”, y cuya nueva licitación “no debería postergarse”, remarcó Semadeni.

A esto se suma un déficit transversal, la conectividad rural. “Más del 50% de las zonas rurales no cuenta con estándares adecuados, según datos del BID (2020)”, explica la economista. La falta de acceso a internet impacta no solo en la vida cotidiana, sino también en la adopción de agricultura de precisión: drones para detectar malezas, monitoreo animal con chips, riego controlado desde el celular o cosechadoras que procesan datos en tiempo real. “El agro ya no es una persona arriba de un tractor, ése es un mito a derribar, es tecnología de precisión, y para eso necesitamos conectividad”, resume. De acuerdo con FADA, estas herramientas permiten ahorrar hasta 40% en herbicidas, mejorar 25% la eficiencia hídrica y de fertilizantes y, en el caso del riego de precisión, incrementar rendimientos hasta 85% en maíz y 62% en soja.

“Infraestructura y conectividad van de la mano”, sostiene Semadeni. Si Argentina avanza en estos dos frentes, no solo reduciría costos y tiempos logísticos: también podría generar sistemas productivos más sustentables con el ambiente y competitivos, especialmente para las economías regionales.-

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