A propósito de los mensajes por supuestos ñoquis de Aerolíneas
(Sábado 18 de mayo de 2024) Sin pruebas concretas, la posibilidad de que los mensajes sean engañosos y pretendan manipular creencias y emociones. /
El ministro de propaganda nazi, Joseph Goebbels, fue el creador de la máxima “miente, miente que algo queda”.
Hace años ya, sobre todo en épocas pre electorales o en clima de efervescencia política, los periodistas recibíamos notas y cartas anónimas donde se describían ciertas supuestas bajezas, actos reprochables, hechos de corrupción y hasta infidelidades y/o cuestiones familiares de terceros. Y esto se repetía desde distintas opciones partidarias para con sus rivales políticos. De uno y otro lado.
Hoy, con las redes sociales y distintas herramientas que permiten multiplicar con la ayuda de terceros cualquier acusación o agravio, todo trasciende con mayor rapidez. Pero especialistas señalan que acusar sin pruebas en las redes sociales es delito, que quien comparte denuncias infundadas contra terceros deberá responder por los daños generados y, llegado el caso, corresponderá a la Justicia el alcance y la reparación.
Claro está que el periodismo responsable no puede dar crédito a tales maniobras anónimas, claramente intencionadas.
El periodista debe trabajar con hechos concretos, con datos, documentación, denuncias, testimonios, declaraciones… No puede o no debería sumarse a la denuncia pública basándose en rumores de dudosa procedencia, porque entonces estaría validando quizás alguna campaña u “opereta”. Sería cómplice si lo hiciera.
Es lamentable pero, pese a los años, sigue en boga la estrategia de manipulación sin escrúpulos en el terreno político, provocando más indignación aún en los ciudadanos que de por sí ya vienen padeciendo a distintos gobiernos.
Por eso, a esta altura deberíamos ya saber que es una fake news (noticia falsa) o interpretar lo que se ha dado en denominar “posverdad”, es decir la distorsión deliberada de una realidad para manipular creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales.
Deberíamos reflexionar sobre ciertos mensajes antes de reaccionar impulsivamente. Porque… y si es mentira? Y si ese mensajito que recibimos no es cierto? Y si reenvío algo que no es verdad? Que no lo puedo comprobar, lastimando a otros?
Aunque tengamos tendencia a creerlo, aunque condiga con nuestros intereses, aunque sea útil para justificar nuestra postura… Si es falso es falso. Nada vale si no es verdad.
Claro que es tentador, que es fácil caer en el engaño y aprovechar para buscar culpables. Pero debemos tener en claro que, si el mensaje no es cierto, seremos responsables también en la cadena de complicidades cuando lo compartimos. Nos convertimos en útiles en la demanda infundada.
No son pocas las personas que nos consultaron porque no dábamos crédito en los medios locales a este tipo de mensajes. En realidad, NUNCA se dio crédito –ni antes con cartas anónimas ni ahora con mensajes de WhatsApp que ni siquiera nos llegaron directamente a nosotros-. Cómo se va a mencionar a personas como autores de algo que no podemos demostrar? Todo tiene consecuencia, porque si alguien te manda un mensajito será porque lo cree, lo hace sabiendo y sobreentiende que está reproduciendo algo que claramente provocará daño al aludido y cierta repercusión.
Pero en un medio de comunicación el tratamiento responsable y la ética periodística implican veracidad ante todo.
Por supuesto que hemos realizado consultas con varias personas y hasta con profesionales, abogados que además saben perfectamente del alcance legal que esto puede traer, de lo que implica lesionar el honor y la dignidad de una persona a través de calumnias e injurias.
Pero está claro que hasta el momento no hay ni una prueba ni denuncia presentada para que se investigue la veracidad o no de tales mensajitos. Ni un representante institucional, ninguna asociación, entidad ni ningún vecino particular radicó denuncia. Ningún dirigente se presentó con tal inquietud. Hasta el momento nadie presentó argumento o documentación fehaciente. Nadie hizo declaraciones afirmando la comisión de un delito, incluso -hasta el momento- ningún aludido o acusado de cobrar sin prestar servicio en alguna empresa estatal se ha manifestado.
Sí sabemos que se ha provocado daño, que evalúan pasos a seguir, que hay capturas de pantalla para determinar quién o quienes han difundido tales mensajes acusatorios. Y que quizás pueda haber alguna apelación legal para determinar responsabilidades.
Esto que por estos días a acontecido en Ucacha, lo de vecinos que reciben y/o mandan mensajitos acusando a otros de ser “ñoquis” de Aerolíneas Argentinas, no es nuevo. Ya en diciembre del año pasado en otras localidades sucedió lo mismo. En varias. Y recientemente en pueblos cercanos. Googleando van a encontrar artículos al respecto.
Y existen más cuestiones interesantes en todo esto: por ejemplo que en los años 90, cuando aquellas privatizaciones durante la presidencia del ex presidente Carlos Menem, se utilizó mucho la propaganda para que la gente tenga mayor aceptación en la privatización de empresas estatales. Y por otro lado, que simpatizantes y votantes de partidos tradicionales que durante décadas se encargaron de sobredimensionar de personal en cargos públicos, se muestran ahora indignados. Y que nuevas expresiones políticas, las que supuestamente vienen a proponer nuevas prácticas, recurren a lo mismo: a colocar a allegados en puestos públicos y quizás también a llevar adelante estrategias de manipulación con mensajes engañosos.
Ojalá que, aquellos que realmente pretenden una sociedad más justa y equitativa, a la hora de denunciar lo hagan presentando de manera responsable pruebas antes de acusar gratuitamente, lastimando a familias enteras con el solo hecho de provocar más indignación.-
Gustavo Perusia /